Una madre llevó a su hijo ante Mahatma Gandhi e imploró:
“Por favor Mahatma, inste a mi hijo a no comer azúcar”.
Gandhi, después de una pausa contestó:
“Tráigame a su hijo de aquí a dos semanas”.
Dos semanas después, ella volvió con el hijo.
Gandhi miró bien profundo en los ojos del muchacho y le dijo:
“No comas azúcar”
Agradecida pero perpleja, la mujer preguntó:
“¿Por qué tardó dos semanas? ¡podría haber dicho lo mismo antes!”
Y Gandhi le contestó:
“Hace dos semanas, yo también estaba comiendo azúcar.
En mi libro “Un Hombre, Un Entrenador, Un Sueño”, explico como los niños hacen lo que ven que sus padres hacen, y no lo que sus padres dicen; Y es sencillamente porque habla más alto lo que haces que lo que dices.
Ocurre que bajo esta premisa, si observamos que un niño o muchacha está con sobrepeso o con obesidad es muy probable que sus padres tambien lo esten.
De alli la importancia de enseñar con el ejemplo. Predicar con la palabra es fácil, predicar con el ejemplo es la forma más efectiva de transformarnos y estimular la transformación en otros. No puedes pedirle a alguien que deje de consumir alimentos y bebidas azucaradas o alimentos llenos de grasa, si tu también lo haces, máxime cuando se trata de educar a que nuestros hijos tengan hábitos alimenticios sanos. A eso le llamamos incongruencia.
Mira, tal como lo hizo Ghandi, él demostró predicar con el ejemplo .
Ahora bien, tú estás predicando con el ejemplo y siendo congruente con tus acciones?
BREAKTHROUGH con Carlos Correa Coaching
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